“Vamos a impulsar que todos los cuerpos colegiados de la universidad, entre ellos el Consejo Superior, Consejo Universitario, Consejo de Facultad, Departamento y Escuelas, sean triestamentales”.
Aula Magna conversó con el nuevo rector de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) para el período 2022-2026, Rodrigo Vidal Rojas, quien se impuso con el 58,71% de los votos válidamente emitidos.
Rodrigo Vidal es arquitecto de la Universidad del Bío-Bío, máster en Ciencias Sociales y en Diseño Urbano de la Université de Genève, Suiza, y posee el título de doctor en Urbanismo en la Université de Lausanne (Suiza). En la USACH, se ha desempeñado como vicerrector académico, director de la Escuela de Arquitectura, consejero académico en diversos períodos y miembro de la Comisión de Evaluación de Programas de Postgrado, entre otras actividades.
Revisa a continuación su análisis y críticas respecto del estado actual de la universidad, así como también sus preocupaciones, prioridades y proyectos de gobierno:
¿Qué factores cree usted que explican el triunfo de su candidatura? ¿Cuál es la crítica que a su juicio caló más hondo en el electorado respecto del estado actual de la USACH y qué permite entender su triunfo?
“Esta pregunta la pueden responder de mejor manera los electores, sin embargo, creo que es importante destacar lo siguiente. Había una convicción de querer optar por una alternancia en el cargo de la autoridad máxima de la universidad, así como también una adherencia frente a la construcción de una comunidad que tuviera un rol preponderante en lo académico y administrativo.
En particular, respecto de esta construcción de comunidad, tiene que ver con valorizar y preponderar el rol de los profesores y estudiantes en la academia, al igual que considerar y propiciar un ambiente libre, alegre y tranquilo para nuestros funcionarios. En definitiva, una construcción de comunidad que atraviese todos los estamentos de la universidad, lo cual, desde mi candidatura y actual cargo, estamos impulsando”.
¿Ha tenido ocasión de hacerse una idea más cabal del estado académico en que recibe la universidad? ¿Coincide con su diagnóstico como candidato?
“Sí, claro. Respecto de ello, hay varios puntos importantes a considerar. Primero, por las razones y las justificaciones que sean, la academia no es el foco principal de la actividad universitaria de la USACH. Cuando digo que no es el foco principal, no me refiero a que no es importante, sino que no existe una mirada integradora de todos los niveles de docencia.
Para mí, la docencia de pregrado, postgrado, vinculación con el medio, educación continua, todo lo que tiene que ver con la formación, enseñanza y transmisión de conocimientos, así como también aquello que acompaña a estos niveles, es decir, la normativa, el presupuesto, la infraestructura, el equipamiento, las redes de lo informático, etcétera; tienen que estar al servicio de la actividad académica.
De alguna manera, este diagnóstico caló hondo en la comunidad universitaria y en todos sus niveles de transversalidad, lo que se refleja en el estado actual de la institución respecto de lo académico”.
¿Cuáles son las urgencias que deberá tratar a corto plazo considerando las necesidades prioritarias de la universidad y su programa de gobierno?
“Hay varias cosas. Primero, necesitamos mejorar sustancialmente la infraestructura crítica de la universidad. Nosotros hemos avanzado mucho en estos temas, en la construcción de edificios, departamentos para la docencia, etcétera, pero hay una gran deuda respecto de la infraestructura que teníamos al margen de la construcción planeada, la que se relaciona con entregarle una mayor dignidad laboral a nuestros funcionarios.
Otro elemento fundamental para nosotros y que impulsaremos en nuestra gestión, es el crecimiento de las áreas de postgrado, magíster y doctorado. La proyección que nos entrega hoy el Instituto Nacional de Estadística dice relación con el aumento de la población mayor y una disminución del sector joven, una tendencia al envejecimiento que también vemos hoy. En este sentido, pensamos que la demanda en pregrado podría ir disminuyendo poco a poco, lo que es lógico en una sociedad que tiende a este movimiento poblacional.
Asimismo, otra razón para fomentar las áreas de investigación y maestría, en específico la oferta de postgrado, magíster y doctorado, son las áreas de desarrollo que posee Chile. Tenemos un enorme potencial en materias de alimentación y generación de alimentos. Somos un país rico en energías renovables: eólica, solar, motriz, etcétera; y podemos implementar, debido a los recursos del país, la generación de hidrógeno verde y litio, que impulsa la electromovilidad y el desarrollo digital y tecnológico. Por último, el mar que baña nuestras costas, el océano Pacífico, es el más diverso del planeta, lo que da cabida a una mayor exploración en diferentes niveles de crecimiento y preservación. Por lo tanto, nos parece que allí necesitamos formar inteligencia del más alto nivel.
Como tercer punto se encuentra la implementación de un modelo de gestión de personas absolutamente abierto y transparente, donde la gente sienta que existen proyecciones a futuro y se les pueda garantizar una serie de beneficios y prestaciones”.
¿Cuáles son los principios y ejes articuladores que guiarán su trabajo como rector?
“Lo primero dice relación con que toda la comunidad es parte y se involucrará en la toma de decisiones de la universidad. En nuestra casa de estudios es tan importante un estudiante como una secretaria, un profesor o jardinero. Son todos igualmente importantes.
Sabemos que nuestro sistema legal en Chile nos pone una serie de limitaciones respecto al involucramiento de las y los académicos y la participación de toda la comunidad en la toma de decisiones. Pero, más allá de eso, queremos ser bastante creativos en materia de generar mecanismos de participación mucho más amplios, democráticos, que nos permitan representar a toda la comunidad.
Lo segundo, es que todo se resolverá en base al diálogo y la conversación. Siempre lo he dicho, ‘nos vamos a equivocar todas y todos, todos los días. Somos seres humanos y cometemos errores’. Sin embargo, ante ello, debemos pedir disculpas, dialogar y corregir nuestros errores, lo que es absolutamente fundamental”.
¿Cuál es su evaluación de la Ley de Universidades Estatales, considerando que se promulgó para responder a las demandas del movimiento universitario? ¿Abre posibilidades en función de su programa de gobierno?
“Es muy bueno que por fin contemos con una Ley de Universidades Estatales, porque nos abre muchas puertas de gestión. Por una parte, reconoce la autonomía presupuestaria, administrativa y académica de las universidades, dando cabida a una mayor flexibilidad en nuestras gestiones y quehaceres; mientras que, por otro lado, impulsa la generación de distintos diálogos con los parlamentarios y rectores (as) del país. Esto lo encuentro extraordinario.
Esta ley nos entrega un aporte enorme y permite hacer el puente con los planteamientos del Gobierno actual en términos de fortalecer las universidades estatales con financiamiento basado en la investigación, entre otras iniciativas que el presidente Gabriel Boric tiene en su agenda. Uno quisiera que avanzara más rápido, pero también existen otras urgencias en el país, sin embargo, la ley y los propósitos del Gobierno nos entregan una gran señal de diálogo y conversaciones.
Ahora, con respecto a la participación en la elección de la máxima autoridad de una universidad, que está expuesto en la Ley de Universidades Estatales, creo que es un tema que pasa por una maduración de una sociedad que vivió durante 17 años en una dictadura y que tiene que ir recuperando los principios democráticos. Entiendo que allí existan diferentes personas con posturas opuestas, pero creo que tenemos que entrar en este diálogo para que finalmente todos y todas puedan participar”.
¿En qué estado está la tramitación de los nuevos estatutos de la USACH?
“El nuevo estatuto de la universidad está en proceso de aprobación en el Ministerio de Educación.
Nosotros ya tuvimos un proyecto que nació de una propuesta por parte de la comunidad, que luego fue elaborada y redactada por la Comisión de Estatuto Orgánico de la USACH. Este estatuto resultante pasó por un plebiscito de aprobación y, finalmente, por el Consejo Académico. De allí se fue al Ministerio. Ahora estamos en una de las últimas etapas, pues, desde el Ministerio de Educación, se debe remitir el documento al presidente para que lo promulgue.
Sin duda, después nos queda un largo trecho de implementación, derogando el antiguo estatuto que data del año 81’, hasta la instalación del nuevo documento de acuerdo a los tiempos que nos brinda la ley. Un esfuerzo que valdrá la pena y beneficiará a todos los niveles”.
Hace algunas semanas usted participó en su primera sesión del Consorcio de Universidades del Estado y del Consejo de Rectores. ¿Qué le gustaría aportar en estas instancias? ¿Qué aspectos de la universidad podrían verse potenciados por estas instituciones?
“Respecto del Consorcio de Universidades del Estado, quiero impulsar fuertemente acuerdos concretos con el Gobierno de Chile, que se relacionen con materias de apoyo real a las universidades estatales. Necesitamos que el Estado se comprometa con una serie de elementos fundamentales, por ejemplo, en cuanto al financiamiento basal en investigación. Este mecanismo permitirá desarrollar inteligencias de primer nivel en los puntos anteriormente mencionados: energías renovables, generación de hidrógeno verde, desarrollo del litio, etcétera. Ello, inevitablemente, requiere contar con investigadores (as), centros de investigación y diferentes recursos que nos posibiliten un crecimiento en estas áreas, porque, de lo contrario, no podremos entregarle al Estado toda esta construcción de conocimiento.
Ahora, ¿cuál es mi intención en el Consejo de Rectores? Pues, fortalecer el trabajo colaborativo entre las universidades. Tengo claro que el modelo de financiamiento actual nos hace competir entre instituciones de educación superior, en cuanto a matrículas y fondos de distribución. Sin embargo, creo firmemente que podemos establecer una colaboración extraordinaria entre universidades estatales, privadas, nacionales y regionales, de diferentes credos y pensamientos ideológicos. Sé que la competencia por el financiamiento es una limitación muy grande, pero, de igual forma, es necesario construir un camino colaborativo en materias de conocimientos.
Actualmente, en el Consejo de Rectores se colabora mucho en aspectos que, a mi juicio, son importantes, pero no son lo suficientemente trascendentales para instalar a las universidades del país como el referente obligado de quienes toman las decisiones políticas y legislativas. Lamentablemente, en gran medida, esto se debe a la competencia que existe por los fondos que sostienen a las universidades, debido a que la preocupación está mayormente puesta en la sobrevivencia y no considera a la investigación o creación de políticas públicas como parte importante de la construcción de conocimientos para el país”.
¿Cree usted que la oferta académica de la universidad responde a las necesidades del país y a la formación de profesionales con déficit en Chile?
“Nosotros tenemos una oferta de pregrado de 73 carreras, donde el 90% de ellas son de larga tradición dentro de la universidad, mientras que el otro 10% pertenece a nuevas carreras o docencias que han requerido una expansión. Hoy día hemos ampliado nuestro Departamento de Ingeniería Química y la carrera de Ingeniería Civil en Geografía, así como hemos reconocido las necesidades del país. No obstante, sabemos que aún estamos en deuda.
Ahora, las preguntas respecto de los profesionales del futuro apuntan a ¿cómo va a ser la gobernanza digital en los próximos años? ¿Cuál va a ser nuestro grado de control dentro del metaverso? ¿Qué va a pasar con la carrera espacial cuando empiecen a viajar turistas al espacio? ¿Qué pasará cuando el cambio climático definitivamente nos instale en una realidad territorial distinta? ¿Qué pasa con la industrialización y el tema del agotamiento del agua, del agua potable en específico, así como también con la sostenibilidad, los ciclos de vida y la eficiencia energética? Entonces, ahí hay muchas cosas que tenemos que pensar respecto del futuro.
En nuestro caso particular, hay carreras profesionales muy buenas, que están al servicio de la comunidad y de las necesidades del país, pero también nos tenemos que preguntar qué profesionales requerirá el futuro y justamente en ello estamos.
Actualmente, podemos clasificar nuestra oferta de pregrado en tres tipos de carreras: tradicionales, de punta y aquellas que debemos repensar. Las tradicionales son de larga data en la USACH y seguirán siendo un aporte fundamental para nuestra sociedad; en tanto, las de punta, son carreras que van apareciendo o aquellas que se han reinstalado, por ejemplo, la carrera de Ingeniería Informática, que tiene una tradición de más de 40 años en nuestro país pero que se ha ido reinventado en vista del contexto que atraviesa el mundo. Ahora, en relación a las carreras que se deben repensar, no significa que sean menos importantes o que debamos eliminarlas, sino que el trabajo está en cómo, a raíz de un análisis de estudio e involucrando a todos los actores relevantes: estudiantes, académicos, expertos externos, consultores, etcétera; podemos cambiar sus métodos en función de lo que necesita la sociedad.
Hay áreas de la universidad que están trabajando en estos temas innovadores, por ejemplo, la industrialización 4.0, lo que estamos haciendo en modelamiento de órganos humanos, o en desastres y riesgo presentes en el país, o sea, hay muchas áreas donde hay equipos de trabajo preparándose para dar un gran salto”.
¿La USACH cuenta con vinculaciones con Centros de Formación Técnica u otras instituciones de educación superior del país? De tenerlas, ¿las someterá a evaluación?
“Nosotros formamos parte del Directorio de los Centros de Formación Técnica Estatales del país y de su Consejo Directivo, por iniciativa de la presidenta Michelle Bachelet. En el proceso de creación de estos centros, la Universidad de Santiago tuvo un rol preponderante en la construcción del modelo educativo y también respecto de su infraestructura.
Por otra parte, estamos administrando cinco colegios, cuatro de ellos de formación técnico profesional y uno artístico, que esperamos potenciar y facilitar el acceso a la universidad por parte de los alumnos que son parte de estos establecimientos.
Asimismo, y gracias al Plan de Fortalecimiento de las Universidades Estatales, proyecto aprobado por ley, estamos participando en diversos planes y programas con universidades del Estado para potenciar la formación técnica de alto nivel”.
¿Qué metas presenta su programa de gobierno en términos de su relación con el movimiento de funcionarios, estudiantes y académicos de la USACH?
“En nuestra Universidad de Santiago existen tres grandes gremios: Federación de Estudiantes y las Asociaciones de Funcionarios, y Profesionales y Académicos, no obstante, también hay un cuarto grupo que consideraremos, que son aquellos docentes a honorarios o que participan en otras actividades externas, pero que de igual forma son parte importante de la comunidad.
Nuestro programa plantea trabajar muy colaborativamente con cada uno de estos gremios y canalizar las demandas que puedan emanar desde estas asociaciones, así como de otros grupos mayoritarios de la universidad. Lamentablemente, en Chile, se le resta importancia a estas instancias ya que se tiene por dicho que las cosas van a pasar igual, siendo o no parte de un gremio, sin embargo, el hecho de pertenecer a una asociación, nos entrega una visión colectiva y nos permite avanzar hacia objetivos comunes. Por lo tanto, esperamos que cada uno de estos gremios puedan fortalecer su participación e integrar a más miembros de la comunidad.
Dicho eso, las luchas y objetivos por los cuales estos gremios existen, ya los he hecho míos. Con esto me refiero a que no necesito que una asociación venga a decirme que defienda a uno de sus afiliados porque hay un problema con alguna autoridad, pues espero ser yo el principal defensor de ese colaborador. Mi deber como rector es preocuparme por la comunidad universitaria y defender, justamente, a esas mismas personas.
De hecho, vamos a impulsar que todos los cuerpos colegiados de la universidad, entre ellos el Consejo Superior, Consejo Universitario, Consejo de Facultad, Departamento y Escuelas, sean triestamentales.
Para mí, los gremios son muy importantes y trabajaré para representar sus intereses. La defensa de los derechos de las personas y de cada asociación es un desafío y compromiso para nuestro equipo, así como para cada decano, director o autoridad de esta universidad. Sabemos que nos podemos equivocar, sin embargo, es necesario siempre reivindicar aquellas gestiones que no resultan exitosas”.
A su juicio, ¿por qué es importante contar con un sistema de educación pública fuerte en sus principios y fines? ¿Qué debe promover una educación pública? ¿Qué pierde un país sin un sistema fuerte de educación pública?
“Tremenda pregunta. Comenzaré con definir lo público, ya que desde ahí emana la importancia de la interrogante. Lo público es aquello que tiene relación con el interés de todas las personas, con los bienes comunes, aquello que nos pertenece a todos y todas. Visto desde allí, la educación pública tiene dos elementos que son fundamentales: por un lado, su razón de ser, y, por otro, sus objetivos. Su razón de ser es justamente la creación de conocimiento, la formación de personas, etcétera, sin ningún sesgo: ni ideológico, religioso, político o filosófico. Las personas son libres para crear, pensar, imaginar y buscar ‘la verdad’ en términos de conocimientos. Respecto de los objetivos de la educación, considerando que responden a intereses comunes, se relaciona con construir una sociedad libre de estos sesgos que anteriormente mencionamos. Esto no significa que la persona no tenga derecho a tener su propio pensamiento, más bien, se trata de que la formación de personas esté basada en el respeto.
Por ende, como la educación pública vela por el bien público, valga la redundancia, el Estado de Chile tiene la obligación y el deber de proteger y de preservar la diversidad de pensamiento, que es lo que llamamos el respeto a la igualdad sustantiva. Por ello, es absolutamente necesario contar con un sistema de educación pública que promueva el bien común, sin ningún tipo de sesgo en la formación integral de personas y profesionales.
Para nuestra universidad, es fundamental velar por el bien público, en el sentido más amplio del término, por ello, somos pluralistas y siempre defenderemos la libertad de pensamiento y el respeto hacia la diversidad”.