A través del correo institucional, la comunidad de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) ha sido informada que el 7 de julio se realizarán las próximas elecciones de Rector(a), quien tendrá el desafío de conducir esta universidad en un contexto de urgentes demandas sociales y cambio constitucional en nuestro país. Para nadie es desconocido que en dicha elección sólo votará una parte del estamento académico, quedando excluidos los profesores por horas de clases (que imparten aproximadamente el 70% de la docencia), los funcionarios del estamento administrativo y los estudiantes. Además, por primera vez, el proceso eleccionario se realizará en un formato electrónico a distancia, el cual no es público ni asegura el carácter secreto del voto, ni la ausencia de presiones durante la votación, afectando con ello la transparencia del proceso.
Si bien esta elección se enmarca en la legalidad que rige a las universidades del Estado, ¿qué han hecho dichas universidades para cambiar su institucionalidad? Hasta ahora sólo intentos por revertir sus estatutos orgánicos heredados de la dictadura, con procesos poco participativos, marcados por una fuerte intervención de las rectorías y el conservadurismo de un grupo de académicos que se resiste a una forma de gobierno universitario democrático, lo cual refleja temor a compartir el poder en la toma de decisiones y perder privilegios. Ejemplo de ello fue el reciente proceso de modificación del Estatuto Orgánico, donde la rectoría de la Usach, con el apoyo de una parte del Consejo Académico, eliminó y alteró parte de los contenidos emanados del Comité Triestamental de Estatuto Orgánico (CTEO), en el cual participábamos funcionarios, estudiantes y profesores elegidos democráticamente por nuestros estamentos, vulnerando así el proceso público y participativo que establece la ley N°21.094 sobre universidades estatales.
También se observó resistencia de los Rectores a la democracia universitaria en la discusión de la mencionada ley N°21.094 y, recientemente en el proceso de presentación de iniciativas populares para la nueva Constitución, donde en vez de canalizar los intereses de las comunidades universitarias, actuaron aislados, representando y sirviendo a los intereses de una oligarquía. Todo ello ha sido causante del fracaso para cambiar la institucionalidad de las universidades estatales y la incapacidad de éstas para influir en las políticas de la educación superior.
En los tiempos actuales, en que la ciudadanía clama democracia y mayor fiscalización, fin a los privilegios y mayor justicia social, creo que es insostenible mantener una universidad aislada de esas demandas y seguir resistiéndose a los cambios. Más que nunca se requiere un Rector o Rectora en la USACH que ejerza un liderazgo participativo y comprometido con la democracia universitaria, que en vez de obstaculizar los avances en esta materia y actuar como un virtual enemigo de los dirigentes de las organizaciones estamentales, sea un aliado y camine con sus comunidades en una misma dirección. Que contribuya a superar las profundas brechas salariales y mejorar las condiciones de trabajo que existen en la Universidad de Santiago de Chile.
Lamentablemente, la actual Rectoría, que se ha mantenido en el poder por 16 años, ha profundizado la precarización laboral. Prueba de ello es que el año 2006 un 74% de los académicos de jornada se encontraba en la condición de planta. Hoy sólo un 38% se encuentra en dicha condición, el 62% restante a contrata. En el caso del estamento administrativo la situación es peor: el año 2006 un 38% era personal de planta. Actualmente, sólo un 4% posee esa condición y el 96% se encuentra a contrata. Bien sabemos que esta última es una condición laboral inestable, definida en el Estatuto Administrativo para empleos de carácter transitorio, que excluye de la carrera funcionaria.
Por otra parte, se necesita un nuevo trato con las mujeres trabajadoras. Que el compromiso con la equidad de género no sea sólo un discurso, si no que se refleje en las políticas de personal. Actualmente, el 77% de los cargos de la planta directiva de la Usach son ocupados por hombres. El 23% restante corresponde a mujeres. Además, el 70% del estamento académico está conformado por hombres, mientras el 30% son mujeres. Evidentemente, el poder de la toma de decisiones es de carácter patriarcal, careciendo de empatía frente a la realidad que vivimos las mujeres.
Por este motivo, creo que es importante que las y los candidatos a Rector (a) se comprometan con una política de equidad de género efectiva, con criterios de paridad en la selección de personal y medidas concretas de flexibilidad laboral. Asimismo, asegurar la salud psicológica y bienestar del personal, con una supervisión permanente de los climas laborales, para prevenir el maltrato y acoso laboral, situaciones irregulares y despidos arbitrarios que han obligado a judicializar las relaciones laborales en la Usach.
Hoy son tiempos de grandes desafíos. Se necesita una nueva forma de gobierno universitario acorde a la responsabilidad que le compete a una universidad pública y estatal, donde la democracia en la toma de decisiones, la equidad y el respeto a la dignidad y desarrollo de las personas sean los pilares.