El 26 de Mayo debía ser un día especial: un grupo de parlamentarios había anunciado para ese día el comienzo de la discusión de un proyecto de ley para regular el trabajo híbrido para padres y madres. Sin embargo, el gobierno decidió postergarlo por razones de urgencias de otras normativas ¿Realmente es un asunto que no tiene urgencia? Los datos muestran lo contrario.
Durante el período de pandemia, en que el teletrabajo se instaló como una norma en la mayoría de los trabajos que no requieren presencialidad o trabajos no físicos, aprendimos muchas lecciones: a medir el trabajo en torno a objetivos; a gestionar nuestras labores en proyección y metas, de forma más bien cualitativa; aprendimos de plataformas digitales y a la fuerza, nos virtualizamos. Ahora bien, la sociedad también aprendió y miró al elefante blanco que habitaba en la mayoría de las casas familiares en Chile: la tremenda carga que significan las labores de cuidado y domésticas, además de la distribución tremendamente desigual que tienen aquellas. En cifras actualizadas por el Ministerio de Desarrollo Social, al 1 de mayo de 2023, las labores de cuidado son en su mayoría realizadas por mujeres, el 85%, versus el 15% de hombres.
Y la mala noticia, no termina ahí, ya que, en el caso del ejercicio de la parentalidad, nuestro sistema ya es desigual, lo que deriva en una participación femenina en el mercado laboral chileno de un 46,5%. Mujeres que, si bien tienen regímenes laborales especiales de protección al embarazo y al cuidado perinatal del recién nacido, no tienen suficiente respaldo. Revisando rápidamente algunas de esas normas, nos damos cuenta de un tremendo vacío que queda, justamente en torno a las labores de cuidado de los niños y niñas. Ejemplo aleatorio, el derecho a licencia por enfermedad del hijo menor de un año que tienen las madres, cesa, justamente cuando el menor cumple el año. Es decir, la ley establece que desde que una persona tiene 12 meses, si se enferma, se cuida sola. Y los que somos padres o madres sabemos, que los cuidados en caso de enfermedad no cesan a los 12 meses, ni a los 2 o 5 años, sino que continúan hasta incluso entrada la prepubertad. Esta situación de inflexibilidad laboral, del padre o madre que tiene que cuidar a sus hijos y depende de la “buena voluntad” de su jefatura, finalmente deriva en la decisión que toman muchas mujeres de dejar sus trabajos formales, para dedicarse tiempo completo a las labores de cuidado, lo cual deriva en precariedad económica y muchas veces, esa dependencia económica es uno de los factores que alimenta situaciones como por ejemplo la violencia intrafamiliar.
A sabiendas de que las tasas de participación laboral femenina prepandemia aún no se recuperan, es que han existido plataformas ciudadanas que han tratado de relevar el problema de la incompatibilidad de la parentalidad presente con el trabajo presencial formal, en la dinámica en que actualmente existen en Chile. Para graficar, una familia de clase media, dos profesionales contratados a jornada completa de 44 horas en el sector público, ganando 800.000 líquido mensual cada uno, con 3 hijos de 2, 5 y 9 años, comienzan la jornada cada mañana a las 6:00hr, repartiendo a sus hijos en los lugares educacionales en quien delegan las labores de cuidado cotidianas; llegan a sus trabajos y cumplen 9 horas presenciales, no pudiendo ver a ninguno de ellos a la hora de almuerzo, volviendo a sus casas a las 19:00, con mucha suerte, a hacer tareas con el mayor, alimentar a los 3 hijos, comer y preparar las cosas para el día siguiente ¿Quién retira a los dos niños menores del jardín? ¿Quién espera en la casa a los 3 niños para hacerles el almuerzo? Si la respuesta en su mente fue, “el jardín o el colegio”, le comento: Sodexo Beneficios e Incentivos realizó un catastro en febrero de 2023 en el que se analizó a 409 salas cuna a lo largo de todo Chile, y en el análisis se reveló que el valor mensual promedio a nivel país para este 2023 es de $429.996 para la sala cuna, y el de los jardines infantiles de $373.454. Y ese valor está dejando fuera, el costo de un bus escolar que retire a los niños de los establecimientos para llevarlos a su hogar.
Pero, supongamos que a esa familia le alcanza para costear un colegio, jardín infantil, sala cuna y un bus escolar. En ese minuto en que todo funciona como reloj, la máquina está aceitada, las mochilas se preparan el día antes, todos duermen a la hora que deben dormir, ocurre el desastre: despierta un niño con fiebre a las 3 am. ¿Qué hacen los padres? Proceden a bajar la fiebre, dar paracetamol, contener al niño, y pensar automáticamente ¿qué hago con el niño mañana? En el jardín no lo reciben enfermo, tendré que quedarme con él, pero ¿qué hago con la reunión de mañana? ¿y si el jefe no me autoriza?”. Ojo, que no queremos ser fatalistas, estamos pensando en una fiebre común, de un cuadro viral que no dura más de 5 días, sin embargo, no tenemos herramientas para que ese padre o madre angustiado, pueda cumplir con todas sus obligaciones de forma efectiva y tranquila.
La literatura es contundente en establecer algo: un trabajador feliz es un trabajador eficiente. Y la satisfacción en el lugar de trabajo depende de la posibilidad de equilibrar la salud mental y física, con la vida personal, familiar y profesional. En Chile, un país que reprueba en el examen de índices de felicidad (batimos récords en enfermedades mentales y trastornos del ánimo), debemos preguntarnos nuevamente entonces, ¿es realmente la regulación del trabajo híbrido una situación que no es urgente? Me parece que la pregunta se responde sola.