El 29 de mayo se cumplen 5 años de la publicación de la ley 21.091, que creó el Sistema de Educación Superior. Junto a esto, llegamos al lustro del primer abordaje de la inclusión como principio rector de dicho sistema, el que debe asegurar la eliminación de la discriminación arbitraria y el acceso de personas con discapacidad.
En ese contexto, resulta oportuno hacer una breve revisión de nuestro estado actual. A lo largo de estos 5 años, la educación superior enfrentó el desafío de fomentar la inclusión y garantizar la igualdad de oportunidades para todos y todas los/as estudiantes, desafío que incluyó, entre otros: a) la adquisición de implementos de facilitación de barreras; b) el pensar los espacios desde una óptica inclusiva; c) diseñar el currículo con flexibilidad suficiente para hacer sus adecuaciones, y en general, d) promover un cambio social para construir contextos y entornos universitarios con una cultura de la no discriminación.
Sin embargo, no basta con enfrentar el desafío desde lo macro, desde lo institucional. Sabemos, que en el proceso de enseñanza-aprendizaje no conseguimos nada si los actores clave no avanzan en conjunto.
Entonces, desde nuestra vereda docente ¿Qué podemos hacer para ser profesores/as universitarios/as verdaderamente inclusivos/as? A modo didáctico, nos aventuramos a proponer un breve decálogo, basado en la experiencia, en la conversación con los pares, en la ambición por la mejora continua y por qué no, en la más pura necesidad de retroalimentación y escrutinio de otros/as. Se trata de diez principios fundamentales que debieran guiar nuestra práctica docente hacia la excelencia con un enfoque inclusivo.
Decálogo del Profesor Inclusivo
Conoce a tus estudiantes
No hay un/a estudiante igual a otro, y en el proceso de aprender, estamos sentados en el aula con toda nuestra identidad. En nuestra lógica y forma de pensar, se entrelaza todo lo que creemos, lo que fuimos, lo que creemos ser, lo que somos, lo que soñamos y lo que sufrimos. El primer paso para ser un profesor inclusivo es conocer a tus estudiantes en profundidad. Investiga sobre sus antecedentes, intereses, necesidades y características individuales y pregúntate ¿cómo puedes adaptar tus estrategias de enseñanza para satisfacer las necesidades de todos tus estudiantes?
Fomenta la participación activa
Lo más importante para conocer a los/as estudiantes, es que estén presentes en el proceso. Para ellos, motiva y promueve la participación activa de todos/as los estudiantes en la sala. Crea un ambiente seguro y respetuoso que aliente a quienes se encuentren ahí a expresar sus opiniones y contribuciones. Esto se logra muchas veces a través de cosas tan simples como entregar de forma explícita condiciones mínimas de desarrollo de la clase, algo así como “las reglas del curso”, entre las cuales deben contarse normas que favorezcan la confianza entre todas y todos.
Adapta el currículo
Sabemos que no es fácil crear un buen programa de curso y cuando ya tenemos uno que nos gusta, ¿debemos adaptarlo? Pues sí. No subsiste el programa con independencia del perfil del grupo humano al que está dirigido y esto cobra especial relevancia cuando tenemos estudiantes en situación de discapacidad. Adaptar el currículo para asegurar que sea inclusivo y responda a las necesidades de todos los estudiantes, implica en primer lugar, entender el alcance de las barreras a las que se enfrentan nuestros/as estudiantes, comprender la discapacidad concreta a la que nos estamos aproximando, así como también considerar diferentes estilos de aprendizaje, habilidades y capacidades, y frente a lo anterior, ofrecer opciones flexibles de evaluación. Esto no significa, facilitar ni comprometer la calidad o profundidad de nuestras asignaturas, sino tan sólo proveer del andamiaje necesario a las/os estudiantes con dificultades. Entonces, vale la pena preguntarse ¿cómo puedes garantizar que tus contenidos y actividades sean accesibles y relevantes para todAs los estudiantes?
Utiliza tecnología accesible
Incorporar tecnologías en nuestras prácticas docentes apoya a la inclusión, siempre y cuando el recurso sea conocido y accesible. Esto, no sólo implica pensarlo desde la perspectiva de la discapacidad, sino también desde la ruralidad en alcance y telecomunicaciones, sobre todo en Universidades regionales.
Fomenta la interacción entre tus estudiantes
Promueve la interacción entre los estudiantes, fomentando la colaboración y el intercambio de ideas. Al compartir con otros/as, no sólo aprendemos mejor, sino que integramos otras formas de pensar, de razonar, de vivir y eso enriquece profundamente el pensamiento crítico. Organiza actividades grupales que permitan a los estudiantes aprender unos de otros y valorar la diversidad presente en el aula.
Sensibilízate y combate los estereotipos
Sé consciente de tus propios sesgos y estereotipos. Para combatir los prejuicios, primero debemos reconocer los propios y trabajar activamente para desafiarlos. Promover una educación inclusiva que valore la diversidad y combata cualquier forma de discriminación es algo que se hace desde el ejemplo y desde la pérdida del temor. No tengas miedo a preguntarle a otro/a ¿cómo quieres ser llamado? ¿cómo puedo ayudarte con tu discapacidad? Al preguntar respetuosamente, no nos vamos a equivocar.
Establece alianzas con otros/as profesionales
Colabora con otros profesionales, como especialistas en educación inclusiva o terapeutas ocupacionales, para obtener orientación y apoyo en tu práctica docente. Establece alianzas que enriquezcan tus conocimientos y habilidades en el ámbito de la inclusión.
Ofrece retroalimentación constructiva
Proporciona retroalimentación constructiva a tus estudiantes de manera individualizada y equitativa. Reconoce y valora los esfuerzos y logros de cada estudiante, brindando orientación para su mejora continua.
Promueve la accesibilidad física y emocional
Asegúrate de que tu entorno físico sea accesible para todos los estudiantes, teniendo en cuenta aspectos como la disposición del mobiliario, la iluminación y la accesibilidad para personas con discapacidad. Además, crea un ambiente emocionalmente seguro, donde los estudiantes se sientan respetados y valorados.
Reflexiona y aprender de la experiencia
La práctica docente inclusiva requiere una constante reflexión y aprendizaje. Evalúa tus prácticas, identifica áreas de mejora y busca oportunidades de desarrollo profesional en el ámbito de la inclusión.