Para el estudio de Nature, un equipo de investigación diverso, que representa a 24 países de seis continentes, analizó las necesidades de conservación de 10.196 especies de reptiles en comparación con mamíferos, aves y anfibios. Los reptiles incluidos en el estudio corresponden a tortugas, cocodrilos, lagartijas, serpientes y tuatara, el único miembro vivo de un linaje que evolucionó en el período Triásico hace aproximadamente 200 a 250 millones de años.
El estudio dirigido por NatureServe, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y Conservación Internacional, en asociación con la Universidad del Bío-Bío, precisa que es probable que los esfuerzos de conservación de otros animales hayan contribuido a proteger muchas especies de reptiles.
La Dra. Marcela Vidal, del Laboratorio de Ecología y Evolución de la Universidad del Bío-Bío, comentó que los estudios muestran que las especies amenazadas en Chile están en aumento sostenido en el tiempo. “Esta crisis global incluye fundamentalmente el efecto humano como el cambio en el uso del suelo, la deforestación, la expansión urbana que no considera la estabilidad de los ambientes silvestres, la contaminación y el cambio climático”, aseveró.
La investigadora UBB destacó que “Nuestras investigaciones en este grupo de vertebrados muestran que lagartijas de montaña de las regiones de Ñuble y Biobío tienen pocas posibilidades de adaptación fisiológica ante el aumento de las temperaturas hacia el 2070, por lo que las acciones de conservación son necesarias con urgencia ahora. Esto que sucede a estas especies en nuestro territorio, pasa también con los reptiles en el norte de Chile, por los efectos expansivos de la industrialización, en el centro por la mayor expansión territorial humana y en el sur del país por la tala de la vegetación y la conversión excesiva de ambientes nativos para el pastoreo”, advirtió.
La Dra. Marcela Vidal precisó que se da una situación especial con los reptiles y con las eventuales ayudas para su conservación. “Lamentablemente, desde la perspectiva de las personas, los reptiles no son las especies más carismáticas de la naturaleza, como pudiera ser un panda. Las personas por lo general les tienen pánico o cierto rechazo a lagartijas o culebras. Entonces, ante esa realidad, los fondos de financiamientos para poder conservar especies como ésta son mucho más escasos, porque es más atractivo conservar un puma, pangolín o a los elefantes, que a una lagartija en el sur de Chile”, ilustró.
El aporte de la protección a mamíferos, aves y anfibios
Sin embargo, la investigación reveló que los esfuerzos para conservar mamíferos, aves y anfibios también tributa a la protección de muchos reptiles amenazados.
“Me sorprendió el grado en que los mamíferos, las aves y los anfibios, en conjunto, pueden servir como sustitutos de los reptiles”, aseveró el Dr. Bruce Young, codirector del estudio y zoólogo jefe y científico senior de conservación de NatureServe. “Esta es una buena noticia porque los extensos esfuerzos para proteger a los animales más conocidos, probablemente también hayan contribuido a proteger a muchos reptiles. La protección del hábitat es esencial para proteger a los reptiles, así como a otros vertebrados, de amenazas como las actividades agrícolas y el desarrollo urbano”, reflexionó.
El estudio también advierte sobre los riesgos de no adoptar medidas de protección a los reptiles. “Si cada uno de los 1.829 reptiles amenazados se extinguiera, perderíamos un total de 15.600 millones de años de historia evolutiva, incluidas innumerables adaptaciones para vivir en diversos entornos”, precisaron los autores.
“Los resultados de la Evaluación Global de Reptiles señalan la necesidad de intensificar los esfuerzos globales para conservarlos”, dijo Neil Cox, co-líder del estudio y Gerente de la Unidad de IUCN-Evaluación Internacional para la Conservación de la Biodiversidad. “Debido a que los reptiles son tan diversos, enfrentan una amplia gama de amenazas en una variedad de hábitats. Es necesario un plan de acción multidisciplinario para proteger a estas especies, con toda la historia evolutiva que representan”.
Los autores señalan que todavía se necesitan medidas de conservación urgentes y específicas para proteger algunas de las especies de reptiles más amenazadas, especialmente los lagartos endémicos de las islas amenazados por depredadores introducidos y aquellos que se ven más directamente afectados por los humanos. Por ejemplo, la caza, más que la modificación del hábitat, es la principal amenaza para las tortugas y los cocodrilos, la mitad de los cuales están en peligro de extinción.
Crisis de la biodiversidad
Los hallazgos de la evaluación global de reptiles sirven como línea de base que se puede usar para medir los cambios en el riesgo de extinción y rastrear el progreso de recuperación de especies a lo largo del tiempo. Los resultados también serán valiosos para ayudar a guiar la asignación de recursos de conservación a través de la identificación de Áreas Clave para la Biodiversidad y otros lugares donde la gestión activa podría prevenir extinciones.
“Los reptiles no se utilizan a menudo para inspirar acciones de conservación, pero son criaturas fascinantes y cumplen funciones indispensables en los ecosistemas de todo el planeta. Todos nos beneficiamos de su rol en el control de las especies de plagas y como presa para las aves y otros animales”, afirmó el Dr. Sean T. O’Brien, presidente y director ejecutivo de NatureServe. “El análisis de la primera evaluación global de reptiles nos permite identificar dónde los reptiles necesitan más ayuda y sirve como un paso importante para contrarrestar la crisis de extinción global”.
La Dra. Marcela Vidal recordó que la crisis mundial de la biodiversidad ocupará un lugar central este año 2022, cuando el Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas convoque su Conferencia de las Partes (COP15) en Kunming, China, con el objetivo de finalizar el Marco Mundial de la Biodiversidad posterior a 2020. Este marco tendrá el potencial de hacer por las especies lo que el Acuerdo Climático de París ha hecho por el calentamiento global: establecer el rumbo de la conservación de la biodiversidad para la próxima década.