Para comprender cabalmente cómo se llegó a este momento, cabe recordar que en junio de 2021 el presidente de Renovación Nacional, Francisco Chahuán, anunciaba la formación de una coalición al interior de la Convención (la llamo Confederación Democrática) para “formar un tercio que bloqueara la Convención”. Su operación falló y sentó las bases para lo que sería la estrategia de parte importante de la derecha: desprestigiar el trabajo de las/os convencionales, lo que terminó incluyendo mentir, tergiversar y agredir. Todo lo cual fue sancionado por la Comisión de Ética de la Convención.
Lo extraordinario es que a pesar de estas operaciones contra el trabajo de la Convención, el proyecto de Nueva Constitución se compone de normas aprobadas por dos tercios de convencionales (e incluso más en algunos casos): hubo grandes acuerdos que permitieron alcanzar este quorum contra mayoritario.
Para evaluar correctamente este resultado, contar con un texto para plebiscitar aprobado por dos tercios, conviene recordar la composición de la Convención: la lista más exitosa electoralmente fue la de «Vamos por Chile» con 37 escaños, con la Unión Demócrata Independiente como el partido mayoritario con 17 escaños. La suma de Independientes No Neutrales y Lista del Pueblo alcanzó también 37 escaños. Recordemos que fuera de lista y pacto hubo 12 escaños de independientes. Por su parte «Apruebo Dignidad» (conformada por el Frente Amplio y Chile Digno) obtuvo 28, y la lista del “Apruebo» (conformada por partidos de la Nueva Mayoría y otros partidos políticos) alcanzó 25. Finalmente cabe considerar los 17 escaños reservados para pueblos originarios.
Ante este escenario de dispersión y considerando el abierto conflicto entre partidos políticos y movimientos sociales hubo algunos, entre los que me cuento, que temimos por los resultados de aplicar la regla contra mayoritaria de los dos tercios (imaginamos que sólo se alcanzaría una Constitución de mínimos como pedían algunos integrantes del progresismo de izquierda). Sin embargo, las y los convencionales cercanos al movimiento social supieron estar a la altura de los desafíos y aprendieron, no sin tropiezos, a negociar con los partidos políticos para avanzar hacia la meta de interpretar los anhelos de justicia social y de cambio en favor de las grandes mayorías que pueblan Chile. Las convencionales y los convencionales han dado al país una lección de cómo hacer política de cara al pueblo y en aras de los intereses ampliamente mayoritarios de la población.
La nueva Constitución, obra de los partidos políticos y del movimiento social, expresa el más amplio arco de actores sociales que han confluido en la redacción de un proyecto de constitución en la historia constitucional de Chile. La derecha no supo o no quiso sumarse a este consenso. Suya es la responsabilidad porque se jugó con sus cartas, con sus exigencias.
Conviene repetirlo una y otra vez: lo extraordinario de tener un proyecto de nueva Constitución es que se logra cumpliendo una exigencia contra mayoritaria: representa de modo macizo la voluntad de la Convención. Lo realizado es una lección de enorme valor político para los pueblos de Chile.
30 de Junio de 2022