La historia de la ley (preparada por la Biblioteca del Congreso Nacional) da cuenta de la vinculación de esta iniciativa con la III Conferencia Mundial sobre la Reducción del Riesgo de Desastres, celebrada el 2015 en Sendai, Japón, que llamó a: “estimular iniciativas de memoria y educación como factores esenciales para mitigar y reducir los efectos de los desastres”; y con la Política Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres de Chile (2016) que contempla el fomento de la cultura de prevención a través de la educación.
El Marco Sendai señala expresamente que: “La reducción del riesgo de desastres es esencial para lograr el desarrollo sostenible”. Y estableció entre las prioridades: “Promover la incorporación de los conocimientos sobre el riesgo de desastres, incluida la prevención, mitigación, preparación, respuesta, recuperación y rehabilitación en casos de desastre, en la educación académica y no académica, en la educación cívica a todos los niveles y en la educación y formación profesional”.
Los legisladores que promovieron la iniciativa destacaron la contribución de los desastres naturales para la construcción de identidad de la población chilena y los impactos en la generación de políticas públicas con correlato legislativo (normas sobre construcción; leyes 16.682, 20.444, etc.) e institucionalidad (ONEMI, CORFO, Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción, etc.).
¿Qué se persigue con la iniciativa? Se señaló que junto con “mantener el permanente recuerdo a las víctimas, un aprendizaje que posibilite en sí mismo medidas sociales de prevención e individuales de autocuidado en la población de modo de mitigar y reducir los efectos de las catástrofes en las ciudadanas u ciudadanos”. Se atribuyó a la educación y al aprendizaje, así como al diseño e implementación de planes educativos, la importante tarea de contribuir a “salvar vidas”. En este sentido la Fundación Proyecta Memoria, que participó en la tramitación legislativa, destacó la utilización de la “memoria como una herramienta de contención emocional, de información y con el potencial de salvar vidas” contribuyendo a un Chile todavía más resiliente.
Resulta de enorme interés que la iniciativa comprenda, además de los desastres naturales típicos de nuestro país (sequías, inundaciones, terremotos y maremotos, aluviones, erupciones volcánicas), los que “derivan del calentamiento global y del cambio climático”. Nuestro país tiene 7 de las 9 vulnerabilidades identificadas por la ONU ante esta crisis y que se relacionan con la aridez, la sequía, la contaminación atmosférica, las características de las costas, montañas y bosques y la propensión a desastres naturales.
¿Por qué el 22 de mayo? Porque rememora el denominado “Terremoto de Valdivia” de 1960: el mayor de los sismos de los que se tiene registro en la historia del ser humano.
¿Qué dispone la ley? En su artículo primero establece el día nacional de la Memoria y Educación sobre Desastres Socio-Naturales; y en el segundo que el Estado “propenderá a: a) Estimular la inclusión en los planes de estudio y en la planificación del año escolar de actividades curriculares y/o extracurriculares, con el fin de enfatizar la historia de los desastres naturales en el país y las medidas para prevenir y mitigar sus efectos. b) Procurar que todos los establecimientos educacionales, públicos y privados, realicen un minuto de silencio a las 15:11 horas del 22 de mayo de cada año, para recordar el momento exacto del terremoto de Valdivia ocurrido en 1960, y generen un espacio que fomente la reflexión sobre los desastres socio-naturales”.
Vinculada a esta iniciativa legal que se refiere fundamentalmente a los planes de estudio y planificación del año escolar, se encuentra la actividad universitaria, como ocurre por ejemplo con la Universidad Austral de Chile que lleva adelante la interesante e importante iniciativa “Viaje al Epicentro” relativa a la memoria del terremoto del 22 de mayo [ http://www.viajealepicentro.cl/ ].
Por cierto, sería de gran valor una iniciativa semejante por parte de la Universidad del Bío-Bío y de la Universidad de Concepción a propósito del terremoto de Chillán de 24 de enero de 1939, y su terrible secuela de muertes y destrucción; así como de las demás universidades situadas en zonas de desastres que han dejado huellas en la historia y la memoria.-
22 de Junio de 2022