Cabe destacar primigeniamente, que el tema que no convoca, da para escribir mucho; empero -y como resulta de toda lógica- me limitaré aquí a verter una muy breve opinión, atento las pautas fijadas para esta convocatoria. Comienzo por destacar que en Argentina la enseñanza universitaria es pública, gratuita y de calidad. Existen ciento quince universidades y en las sesenta y tres públicas estudia el 80% de los 2,5 millones de estudiantes, según los datos oficiales del Departamento de Información Universitaria. La Universidad de Buenos Aires (UBA), la mayor del país, con 385.048 estudiantes, está entre las 100 mejores del mundo y lidera la lista latinoamericana, según el QS World University Rankings 2025, por delante de la Universidad de São Paulo (USP), y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre muchas otras. En el grupo de las argentinas, se destaca la antigüedad de la Universidad Nacional de la Provincia de Córdoba.La fundaron los jesuitas en 1613, cuando Córdoba era capital de la Provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús. Ha funcionado ininterrumpidamente desde hace 411 años, dos siglos más que la de Buenos Aires, de 1821. Para ponerle perspectiva, Harvard, la primera de Estados Unidos, es de 1636.Valga la escueta síntesis de antecedentes para remarcar la importancia que nuestro país ha conferido a las Universidades, y muy especialmente, las ya mentadas condiciones de: públicas, gratuitas y de calidad.
Empero, es de estacar que desde mucho antes, y hasta la reciente actualidad, no se ha atravesado un momento tan difícil para el desempeño y desarrollo que requiere la Universidad en nuestro país. Brevísima referencia al siglo pasado: en 1930, la reforma retrocedió con el golpe de Estado del general Uriburu y, en 1966, con el del general Onganía, cuando sufrió uno de los momentos más trágicos que se conoció como La noche de los bastones largos. Por entonces, la guardia de infantería entró en facultades y golpeó con bastones a docentes, alumnos y graduados que las ocupaban, dado que no se respetaba el estatuto universitario. Por fin, durante la dictadura cívico-militar (1976-1983) se produjo una persecución sistemática. Se estima que el 21% de los desaparecidos en ese período fueron estudiantes universitarios, conforme datos proporcionados por la Comisión Nacional sobre la desaparición de personas (Conadep).
Actualmente, la reconducción del presupuesto 2023 para 2024, produjo que las partidas para gastos de funcionamiento de toda índole, quedaran completamente desactualizadas. Este desfinanciamiento de las Universidades, ha puesto en grave peligro el funcionamiento y desarrollo de nuestras instituciones universitarias. La situación a la fecha, es más grave aún que a comienzos del presente año. La situación salarial para docentes y no docentes es grave, poniendo en riesgo la continuidad de los cuadros.
La ciencia es la Universidad. La crisis que se atraviesa es muy grave y requiere soluciones urgentes. No cabe duda alguna que la educación es uno de los Derechos Humanos indispensables para afrontar el azar injusto de la desigualdad social. La educación gratuita que brindan las Universidades públicas, resulta ser el instrumento que da vida y permite una movilidad social ascendente, un camino que conduce de manera inequívoca, al genuino crecimiento y desarrollo de la aspiración de las clases sociales en todas sus expresiones, pero principalmente, respecto de quienes no gozan de base, con adecuados y/o suficientes recursos económicos. Desde otra óptica, no debe dejar de considerarse que, también en el contexto del manejo económico de ciertos ámbitos, se producen desmanejos económicos que perjudican el normal esquema económico de las Instituciones universitarias.
Por fin, y por mi parte, le debo enorme gratitud a mi querida Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (Provincia de Buenos Aires), por todas las oportunidades que me proporcionó para mi formación. Vaya pues mi reconocimiento eterno a la Institución y a la comunidad toda que, de una u otra manera, coadyuvó para que pudiera recibir una formación profesional de singular eficacia.
Hago votos para que todos los ciudadanos de nuestra Nación, hagan oír sus voces, contribuyendo y abogando por el sostenimiento de la Universidad pública gratuita y de calidad, por el bien de nuestro país y de todos los actuales y futuros habitantes.-