Estos años de vapor

Camilo Arancibia Hurtado
Profesor de Derecho Civil y Derecho y Literatura
Universidad de Valparaíso

Hay un punto en que el espejo se empaña de tal manera que, si nos miramos en él, no podemos reconocer nuestra cara. Me pasó hoy en la mañana e instintivamente pensé que lo mejor era despejar el obstáculo que se interponía entre el espejo y mi cara. La idea de tal acción es que podremos volver a mirar lo que el vapor esconde. Así lo pensé hasta que me puse a escrutar el aspecto nuevo de mi cara. Donde siempre hubo ojos grandes, ahora aparecían dos sombras deformadas. Donde antes había una nariz, ahora había un continuo de mejillas. La boca cerrada se percibe como una gran duna inmóvil. Esta nueva cara en donde todo se mezcla me produce una sensación de libertad. Hay algo en la capacidad de transformación, de que lo que siempre ha tenido una forma ahora tenga otra, que genera vértigo. Vértigo y ganas de despejar el vapor para volver a la normalidad. La pregunta es si realizada la acción nos encontraremos con lo mismo. Y si nos gustará.

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Cuando se observan las elecciones en Francia, la mirada perdida de Biden o nos fijamos en nuestra propia fauna política, ocurre algo similar. Dan ganas de despejar el vapor. Pero, a la vez, algo nos detiene pues no es tan fácil como restregar una mano en un vidrio. Es posible que aquello que esperamos encontrar tras el despeje del vapor no sea más que una cara nueva, pero terrible. Estos años chilenos convulsos, revitalizantes, inciertos, hacen que ciertos esquemas vuelvan a la palestra. Facciones materialistas de ver la vida se encuentran y no siempre dialogan de buena manera. Unos esperan despejar el vapor y volver a ver la misma cara de siempre. Los otros esperan todavía jugar con las sombras que proyecta el vapor. Como si el futuro, la nueva cara, fuera mejor, mucho mejor que lo que teníamos hasta este momento. Ambas facciones pueden observarse en la política nacional, en las preocupaciones de cada sector.

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Me precipito. Una pregunta anterior al espejo y a la cara cambia todo: eso que tiñe el vidrio, ¿es vapor o ya pasó a ser una capa de la realidad?