La educación es un derecho humano esencial y la base para consolidar la paz y el desarrollo sostenible, es por ello que, si deseamos que la humanidad en su conjunto, avance en la resolución de los problemas que la aquejan producto de la pobreza y la injusta distribución de las riquezas que ella misma produce en su acción sobre el mundo, debe iniciar un cambio profundo en la manera en que concibe el desarrollo y por vía de consecuencia la educación.
Es ampliamente sabido que el conocimiento y el aprendizaje son fundamentales para que la renovación y la transformación, sean posibles. Con todo, las diferencias entre países y territorios, así como la necesidad imperiosa de volvernos a preguntar por qué, cómo, qué, dónde y cuándo aprendemos, nos develan que la educación aún no está cumpliendo su promesa de ser el camino que nos apoye en la construcción de un futuro pacífico, justo y sostenible.
Un debate mundial en torno a la manera en que la educación y el conocimiento pueden determinar el futuro de la humanidad y del planeta planteó, en el 2019, la iniciativa impulsada por la UNESCO “Los futuros de la educación aprender a transformarse” (2019), visualizando futuros, en plural, para valorar que existe una diversidad de maneras de conocer y estar en un mundo crecientemente complejo.
El primer informe de esta iniciativa se difundió en 2021, bajo el título "Reimaginando Juntos Nuestros Futuros: Un nuevo contrato social para la educación", y señala que para forjar futuros pacíficos, justos y sostenibles es necesario transformar la educación misma. Destaca que este desafío debe estar basado en dos principios fundamentales: el derecho a la educación a lo largo de la vida y la educación como un bien público y común.
El informe de UNESCO incluye orientaciones para avanzar hacia la renovación de la educación, todas constituyen enormes desafíos para las universidades que tienen la responsabilidad de formar profesores y profesoras. Entre otros aspectos destaca la necesidad de una resignificación de la pedagogía, orientándola a principios de cooperación, colaboración y solidaridad; el desafío de superar fórmulas agotadas que no permiten incorporar enfoques curriculares y planes que enfaticen el aprendizaje ecológico, intercultural e interdisciplinario; impulsar la profesionalización de la enseñanza como una labor colaborativa, que reconozca la función de los y las docentes en tanto productores de conocimiento y figura clave de la transformación educativa y social.
Por otro lado, diversas conferencias ofrecidas por expertos en aprendizaje en el mundo entero y en Chile, particularmente las exposiciones de especialistas en las diversas versiones del Congreso Futuro que se realiza cada año en distintas ciudades del país, insisten en señalar que el aprendizaje y la capacidad de aprender a aprender son la llave maestra para desarrollar y potenciar nuestras capacidades como seres humanos. Diversas estrategias y formas de trabajo basadas en la capacidad de agencia de los aprendices ponen al centro el trabajo colaborativo entre pares, el uso colectivo de tecnologías, la multi-alfabetización para distintos tipos de lenguajes y la posibilidad de distinguir fuentes de información verdaderas de las falsas, entre otros aspectos relevantes.
De esta manera preguntarse por la pertinencia del conocimiento no resulta nimio, sino también cómo se utiliza ese conocimiento, cómo nos comportamos, cómo nos relacionamos con el mundo, la reciprocidad con que actuamos en él, la resiliencia, el liderazgo que ejercemos en nuestras comunidades, preguntarse por aquello que nos hace diferentes a las máquinas. Cómo reflexionamos y nos adaptamos en el mundo cambiante y líquido, al decir de Bauman. La capacidad de pensar los problemas y sus mejores soluciones, aprender acerca del aprendizaje y desarrollar las actitudes más éticas y con sentido de especie, a la vez mirando y respetando a otras especies que por derecho propio sin requisito de “utilidad” comparten la patria-tierra que es nuestro único hogar conocido.
Avanzar asumiendo estas orientaciones supone convicción y compromiso, pero estas disposiciones no son suficientes. Se requiere implementar procesos innovadores en la formación docente, que no solo reconozcan el papel transformador de la educación en la sociedad, sino que transformen la propia educación.
La Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), en tanto Universidad Pedagógica, asumiendo el modelo educativo y sus principios estratégicos, se está abriendo paso a programas innovadores que buscan anticipar nuevas pedagogías y desarrollos transversales e interdisciplinares. La experiencia del Minor en Transversalidad, iniciado el año 2019 se fundamenta en la perspectiva de la educación como un derecho humano fundamental, en torno al cual se articulan actividades curriculares con enfoque de inclusión, interculturalidad, sustentabilidad, género y diversidad, educación sexual y formación socioemocional.
Esta iniciativa ha ido mostrando estrategias y caminos nuevos que nos enseñan, entre otras cosas, que las aulas heterogéneas son más ricas y variadas que las aulas homogéneas, pero que requieren de habilidades socio-emocionales de gran fineza por parte del educador, educadora; que los espacios, tiempos y metodologías cambian y se vuelven flexibles y multiformes, más exigentes, pero también más parecidos al mosaico que es la humanidad.
El camino de la educación requiere, en este escenario, el cruce de miradas y perspectivas. Avanzar en propuestas de interdisciplinariedad supone investigar, tanto en el desarrollo curricular y pedagógico, como en las condiciones socioeducativas para construir aprendizajes que logren dar cuenta de los fenómenos complejos. Supone también orientar las prácticas pedagógicas hacia la reflexividad estimulando la producción de nuevos conocimientos. Son estas las razones por las cuales la Universidad construye un modelo de prácticas basado en comunidades de aprendizaje y está estimulando nuevos procesos de investigación sobre dicha práctica en conjunto con las propias comunidades educativas, abordando el diseño curricular desde y en los territorios de cara a sus problemas y contingencias, encaminándose así a la generación de innovaciones curriculares pertinentes. Todo lo anterior a partir de la creación de un Centro de Experimentaciones Pedagógicas.
Con estas iniciativas: Minor en Transversalidad, Modelo de práctica basado en comunidades de aprendizaje, Centro de experimentaciones Pedagógicas, buscamos contribuir para el cambio de rumbo en educación, particularmente en el área de la formación inicial docente. Es una enunciación de posibles caminos futuros que remuevan las bases del modelo escolar predominante cuyo estado es de extenuación profunda.
Un desafío complejo, que nos interpela y nos apremia a reflexionar, diseñar y desarrollar con toda la comunidad respuestas para los tiempos presentes y los futuros que podemos ayudar a nacer.